La gastrectomía tubular: una técnica segura para la reducción de estómago

Gastrectomía tubular

La reducción de estómago es una de las soluciones más recomendadas para el tratamiento de los casos graves de obesidad. Existen diferentes técnicas que permiten disminuir el tamaño del estómago, pero una de las más seguras y eficaces es la que se conoce como gastrectomía tubular o manga gástrica. En este post encontrarás todo lo que necesitas saber sobre este procedimiento que permite reducir el sobrepeso en más de un 50%.

¿Qué es la gastrectomía tubular?

Se trata de una técnica de cirugía bariátrica que consiste en reducir el estómago del paciente a través de la extirpación de una parte del mismo, de tal forma que el órgano queda convertido en una especie de tubo o manga (de ahí su nombre). Con esta reducción de estómago se consigue limitar su capacidad y que el paciente necesite comer menos cantidad para sentirse saciado. El resultado final es la pérdida gradual de peso y una mejoría general en la salud.

La operación se realiza por vía laparoscópica bajo anestesia general y dura poco más de una hora. Para poder reducir el tamaño del estómago, se realizan pequeñas incisiones en el abdomen y se extirpa un 80% del órgano utilizando para ello una serie de aparatos que cortan y suturan al mismo tiempo las dos partes del estómago.

¿Cuánto peso se pierde?

Dependerá de las características del paciente, de la dieta que siga y de los hábitos de salud que adquiera tras la operación. En cualquier caso, lo normal es reducir un 50% del sobrepeso durante los dos primeros años, aunque se puede llegar hasta el 70%. Además de todo esto, el paciente experimentará una notable mejoría de salud y verá reducidos los riesgos asociados a la obesidad.

¿Para qué pacientes está indicada?

La gastrectomía tubular está especialmente indicada para pacientes que sufran obesidad mórbida, es decir, los que tengan un Índice de Masa Corporal (IMC) superior a 40 kg/m2. También se puede aplicar en aquellos que tienen un IMC superior a 35 kg/m2 si sufren alguna otra enfermedad relacionada con la obesidad, como pueden ser la diabetes, la hipertensión o la apnea del sueño. Independientemente del caso del que se trate, deberá ser el profesional el que valore y decida si se aplica esta u otra técnica en función de las características del paciente.

 

El bajo riesgo de complicaciones que presenta esta técnica y la mejora en la calidad de vida que ofrece a los pacientes son algunas de sus principales ventajas. No obstante, es necesario indicar que el paciente deberá seguir una dieta blanda tras la operación y que, poco a poco, deberá irse adaptando a la nueva capacidad de su estómago.

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